Te digo joven aventurero, aquellos que quieran sumergirse en la búsqueda de la historia de Midgard, no encontrara otra cosa que un pantano de aguas turbias. A ciencia cierta no hay registros históricos mas allá del año 0 de esta era. la tradición oral de los humanos fecha esta época como el momento donde los ellos pusieron sus pies sobre este mundo. Las otras razas con las que se han aliado a se han mantenidos desconfiados al momento de compartir sus secretos del pasado remoto. Sera por el temor divino, razón por la cual hasta los más curiosos incluso no se atreven a indagar sobre lo que no se pregunta. Si embargo eso es lo que me trajo hasta aquí
Sin importar los como y los porques, en una charla una medianoche luego de llegar a su posada, Druggur movió una silla a mí lado. Yo, el último cliente me sentía atemorizado ante semejante presencia y creeme que a ti te pasaría lo mismo. Esta persona es una leyendo, literalmente, un fantasma, una sombra, un tal vez. A pesar de todo ello, ahí estaba, encendiendo su pipa de una forma que parecía un ritual repetido desde hace siglos. Mientras daba las primeras pitadas profundas, todo alrededor parecía suceder más lentamente. Cuando finalmente pude volver en mi, el hombre de cabellos grises y mirada cansada me observaba y comenzaba hablarme. Debo admitir que fui como un niño que busca desesperadamente refugio en los brazos de su madre, jaja, que cobardía la mía. Pero resulto ser más normal de lo que creía, de hecho me recordaba a mi ya fallecido tío segundo (que en paz descanse) con esa voz profunda y arrastrada. Me pregunto que que hacia un joven que se veía tan inseguro, débil y tímido en un lugar como ese o realmente como había logrado llegar, note un tono de ironía en la sonrisa siguiente a esto, como si hubiera dicho que lo más probable es que alguien como yo hubiera muerto antes de llegar a ese refugio subterráneo. Esto me hizo empezar a dudar si siquiera ahora que había llegado, podría salir. Entre todas las preguntas que surcaban mi mente como flechas salvajes, Druggur me llamo nuevamente la atención. Debí de haberme visto como un tonto al quedarme tanto tiempo encogido de hombros contra el respaldo de mi silla. Pero entre la mirada profunda del posadero y el ruido de la escoba que rozaba una vez el piso, hice una escueta presentación personal y porque estaba allí. Hubo un silencio intimidante. La figura encapuchada que sostenía la figura se detuvo y giro su cabeza hacia mi que si hubiera pronunciado una osadía, mientras tanto, él, sentado a mi lado parecía pensativo. Intente tal vez arreglar aquello que había dicho, pero un sudor frió me invadía, mi lengua temblaba como una hoja en el viento, y mi rostro delataba mi intento de reformular engañosamente lo que dije para remediar la situación. Pero como engañar a semejante persona que estaba ahí. Finalmente parecía que una luz volvía a los ojos del cansado anciano. Ordeno al encargado de la limpieza con un ademán de su mano, que pusiera a calentar algo de agua sobre el fuego casi moribundo de la hoguera y comenzo su relato.
Sin importar los como y los porques, en una charla una medianoche luego de llegar a su posada, Druggur movió una silla a mí lado. Yo, el último cliente me sentía atemorizado ante semejante presencia y creeme que a ti te pasaría lo mismo. Esta persona es una leyendo, literalmente, un fantasma, una sombra, un tal vez. A pesar de todo ello, ahí estaba, encendiendo su pipa de una forma que parecía un ritual repetido desde hace siglos. Mientras daba las primeras pitadas profundas, todo alrededor parecía suceder más lentamente. Cuando finalmente pude volver en mi, el hombre de cabellos grises y mirada cansada me observaba y comenzaba hablarme. Debo admitir que fui como un niño que busca desesperadamente refugio en los brazos de su madre, jaja, que cobardía la mía. Pero resulto ser más normal de lo que creía, de hecho me recordaba a mi ya fallecido tío segundo (que en paz descanse) con esa voz profunda y arrastrada. Me pregunto que que hacia un joven que se veía tan inseguro, débil y tímido en un lugar como ese o realmente como había logrado llegar, note un tono de ironía en la sonrisa siguiente a esto, como si hubiera dicho que lo más probable es que alguien como yo hubiera muerto antes de llegar a ese refugio subterráneo. Esto me hizo empezar a dudar si siquiera ahora que había llegado, podría salir. Entre todas las preguntas que surcaban mi mente como flechas salvajes, Druggur me llamo nuevamente la atención. Debí de haberme visto como un tonto al quedarme tanto tiempo encogido de hombros contra el respaldo de mi silla. Pero entre la mirada profunda del posadero y el ruido de la escoba que rozaba una vez el piso, hice una escueta presentación personal y porque estaba allí. Hubo un silencio intimidante. La figura encapuchada que sostenía la figura se detuvo y giro su cabeza hacia mi que si hubiera pronunciado una osadía, mientras tanto, él, sentado a mi lado parecía pensativo. Intente tal vez arreglar aquello que había dicho, pero un sudor frió me invadía, mi lengua temblaba como una hoja en el viento, y mi rostro delataba mi intento de reformular engañosamente lo que dije para remediar la situación. Pero como engañar a semejante persona que estaba ahí. Finalmente parecía que una luz volvía a los ojos del cansado anciano. Ordeno al encargado de la limpieza con un ademán de su mano, que pusiera a calentar algo de agua sobre el fuego casi moribundo de la hoguera y comenzo su relato.

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